TALENTO POR LA INNOVACIÓN

Renzo Chavez
15 enero, 2019

Listos o no, la metamorfosis es inminente y es absolutamente natural que sintamos miedo. Mil y un preguntas vuelan por nuestra cabeza: ¿Hacia dónde va el futuro del trabajo? ¿Estaré preparado para ello? ¿Perderé mi puesto? ¿Lograré mantenerme en el empleo? ¿Soy imprescindible, o fácilmente reemplazable por un robot? ¿Podré adaptarme al mañana?

¿RIESGO U OPORTUNIDAD?

La implementación de las nuevas tecnologías en el ámbito empresarial ha significado la veloz automatización de un amplio abanico de procesos laborales, encendiendo alarmas en ciertos sectores al poner en peligro de extinción una infinidad de plazas de trabajo. Cifras de The Future of Jobs Report estiman que el 46% de quienes solo cuentan con educación secundaria y el 12% de quienes cuentan con instrucción universitaria deberán cambiar pronto de rubro laboral, a raíz de los cambios de enfoque introducidos por las nuevas tecnologías. Del mismo modo, se vaticina que el 65% de los niños que actualmente cursan la primaria estará trabajando en sectores de trabajo hoy inexistentes.

Sin embargo, son más las oportunidades de trabajo que la ola de innovación viene trayendo consigo, redefiniendo el modo como hacemos negocio hoy y creando, incluso, nuevos mercados, como es el caso de las plataformas digitales. ¡Es esperanzador saber que, solo entre 1996 y 2016, los avances tecnológicos originaron más de 23 millones de plazas laborales en el Viejo Continente! De hecho, según refiere el citado Informe del Banco Mundial, el 65-75% de ciudadanos europeos considera que la tecnología genera un impacto positivo sobre la economía, el entorno social y la calidad de vida.

Los cambios introducidos por la tecnología no solo están redefiniendo las profesiones del futuro, sino vienen transformando los puestos de trabajo de hoy. Al respecto, citamos un ejemplo consignado en el Informe sobre el Desarrollo Mundial, que creemos refleja vivamente la evolución de los perfiles solicitados por el mundo laboral a lo largo el tiempo.

LOS PROFESIONALES MÁS BUSCADOS

En una convocatoria realizada en 1986 por el hotel Hilton de Shanghái, se requería del candidato que contase con: excelente carácter, disposición para aprender, grado de bachillerato o similares, nivel avanzado de inglés, buena salud, y una edad promedio entre 20-26 años. Este mismo hotel, treinta años después, solicitaba a sus candidatos un abanico distinto de competencias: actitud positiva, habilidades interpersonales y de comunicación, capacidad para el trabajo independiente y cooperativo, nivel competente de TI (Tecnologías de la Información), un mínimo de 4 años de estudios superiores concluidos, más 2 años de experiencia laboral.

Tal como podemos constatar, las nuevas tecnologías vienen moldeando los nuevos perfiles laborales requeridos hoy en el mercado. Así, verificamos una creciente tendencia hacia la búsqueda de postulantes con habilidades difícilmente sustituibles por un robot, tales como aptitudes socio-conductuales y competencias cognitivas no-rutinarias (razonamiento abstracto, pensamiento sistémico, colaboración y capacidad experimental). Consecuencia directa de ello son, por un lado, el menor interés por destrezas altamente especializadas y restringidas a un solo tipo de trabajo; por el otro, la mayor atractividad de perfiles multidisciplinarios, versátiles y adaptativos.

Ámbitos laborales como el diseño, la producción artística, la investigación, la gestión de equipos o la enfermería han demostrado ser difícilmente automatizables, mientras que ciertos oficios y labores vinculadas al ámbito técnico (operadores, auditores, contadores, agentes inmobiliarios, corredores de seguros, o trabajadores de los rubros de transporte, almacenamiento, manufactura y retail) se hallan más propensos a ser computarizados a corto plazo. En su reemplazo, empleos tales como la ciberseguridad, el desarrollo de blockchain y de front-end, la ingeniería de aprendizaje automático, la arquitectura de clouds y la inteligencia de negocios han proliferado significativamente, tornándose en prioridad para los reclutadores de las principales industrias.

EL PERFIL VALE MÁS QUE EL PUESTO

Años atrás, la ventaja competitiva se hallaba definida por el capital financiero e intelectual: quienes tenían mayor acceso al conocimiento o al dinero podían prosperar más que los otros. Con el arribo de las tecnologías digitales, la globalización del conocimiento y la igualdad de oportunidades han adquirido un giro exponencial: no hay prácticamente nada sobre lo que Google, Wikipedia y Youtube no nos puedan instruir, al menos en términos generales. Es lo que las personas hacen, y cómo lo hacen para lograr resultados, cuanto hace hoy la diferencia.

Este cambio de enfoque afecta cuanto se busca de alguien que postula a un empleo. Hoy se prioriza no tanto el puesto, sino el perfil de la persona. Por un lado, es de suma importancia –como hemos referido anteriormente– el abanico de habilidades blandas que el candidato disponga. Sumado a ello, la trayectoria profesional es de inmensa relevancia, dado que la experiencia verifica la adquisición y el desarrollo de competencias: de hecho, mientras más variopinto y atrevido el recorrido, mayor la riqueza del mismo. Pero quizás lo que más se valora de un candidato no es solo cuanto ha venido haciendo en términos de productividad, sino el potencial de cuanto puede llegar a ser. Bajo esta lógica, el talento humano se cuantifica en función de la calidad humana, en un sentido doble: la integridad personal y la excelencia profesional, trenzadas armónicamente.

EL RECURSO MÁS VALIOSO

El impacto de las tecnologías digitales está posicionando al área de Recursos Humanos como una operación estratégica de personas. Los recientes avances en data management, que permiten dar seguimiento a tiempo real al rendimiento del trabajador, han facilitado al área de HR una mayor calidad en la gestión del talento. Una mejor orquestación de la entera fuerza laboral asegura el óptimo rendimiento de cada trabajador, creando equipos de trabajo altamente productivos y redundando en beneficios económicos para la organización a corto, mediano y largo plazo. Casos de éxito como el de Patty McCord –quien fue durante 14 años directora de HR en Netflix y es reconocida como una de las principales responsables del explosivo crecimiento de la plataforma de streaming– dan testimonio de ello.

Los recursos humanos no son engranajes de una cadena de producción, sino personas. “Atraer el mejor talento significa replantear la aproximación a lo que significa reclutar”, decía McCord. Cambiar de aproximación significa rediseñar los mismos puestos de trabajo: antes que buscar un postulante que calce milimétricamente ‘en el papel’ con los estándares y requerimientos funcionales que procura la compañía, lo más importante es que el candidato conecte con el propósito de la organización, sintonizando con los valores y la cultura de la misma, así como con las personas que la integran. En pocas palabras, se trata de priorizar un perfil por encima de un mero puesto.

¿PREPARADOS?

La transformación digital de la existencia y el inmenso elenco de ventajas que esta conlleva apuran cambios descomunales no solo en nuestro estilo de trabajar, sino también de pensar, de relacionarnos, de vivir. La gran pregunta es: ¿cuán preparados estamos para acoger dichos beneficios y para responder a los desafíos que esta revolución tecnológica nos plantea? Sortear la brecha entre nuestra condición actual y el mundo hacia el que nos encaminamos es un asunto imperioso, pero que requiere del esfuerzo de todos. La tecnología debe ser nuestra primera aliada. Las personas, nuestro más importante recurso.

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