APOSTAR POR EL FUTURO
Educar es apostar por el futuro. Nadie lo duda. Lejanos resultan, sin embargo, aquellos días donde se esperaba de los alumnos que permanecieran quietos y pasivos en sus asientos, transcribiendo en silencio los apuntes escritos con tiza en la pizarra en sus propios cuadernos de triple renglón o –si ya eras mayor– de doble raya.
Enseñar hoy supone –quizás más que nunca– pensar fuera de la caja, romper con los paradigmas tradicionales, crear modelos de educación novedosos, atractivos y eficaces. Las nuevas tecnologías han reconfigurado nuestro modo de ser: pensamos diferente, actuamos diferente y, desde luego, aprendemos diferente. Si esto es visible entre nosotros, adultos, ¡cuánto más entre los más pequeños!
¡Las nuevas generaciones son tan distintas a las de antes! Niños que están aún aprendiendo a caminar o hablar gozan de una dosis diaria de acceso a dispositivos táctiles–como una tablet o un smartphone–. A su tierna edad, no saben leer pero, de algún modo, saben perfectamente cómo poner play a sus series favoritas, cómo saltear publicidad indeseada, cómo sortear las constantes e incómodas notificaciones de Whatsapp mientras usan alguna app de juego. ¿Quién les enseñó a hacer todo esto? Probablemente nadie. Simplemente siguieron su intuición. Estos niños aprenden haciendo. Y, cuando no saben hacer algo, buscan un tutorial. Todo está en Internet: desde cómo jugar Fortnite hasta cómo tocar guitarra o hablar en ruso.
Todo, absolutamente todo, lo tienen al alcance. Ellos nacieron con Google, Wikipedia, Spotify, Netflix y Youtube: tener información, música y películas gratis es algo absolutamente normal. Para nuestros pequeños, Internet no es un “anexo” del mundo real. El mundo digital es el mundo real. Lo que ocurre en Instagram o Snapchat –ya no tanto en Facebook, que pasó de moda– sí importa, ¡y mucho! Por eso no podemos perdernos las stories que desaparecerán en 24 horas. Esta es la generación de los gamers, de los challenges y del live streaming.El reino de lo instantáneo, del ahora, del entretenimiento permanente.
De grandes, nuestros pequeños no quieren ser astronautas (a diferencia de sus abuelos): aspiran a ser influencers. De hecho, algunos ni siquiera esperan a ser “grandes” para cumplir sus sueños: con o sin ayuda de sus padres, crean sus propios canales de Youtube, suben contenido original –¡editado por ellos mismos!– y obtienen miles e incluso millones de seguidores, alcanzando fama de la noche a la mañana. Las grandes marcas tocan sus puertas, regalándoles decenas de productos promocionales, a cambio de marketing. Esta generación es el presente y el futuro de nuestra civilización.
APRENDIZAJE ZETA
La Generación Z (nacida entre 2001-2010, sucesora de los Millennials y antecesora de la Generación Alpha) ha egresado oficialmente del colegio. Su arribo a la vida universitaria promete cambios revolucionarios en los estudios superiores. En un abrir y cerrar de ojos, esta generación llegará a nuestras oficinas, desafiando una vez más nuestros paradigmas y enriqueciéndonos con sus caracteres y distintivos propios.
Sieva Kozinsky, columnista de la revista Forbes y CEO de StudySoup –plataforma estadounidense de aprendizaje social–, escribe: “Más allá de una mayor dependencia en la tecnología, la Generación Z siente inclinación por entornos de aprendizaje social y colaborativo, donde puedan poner manos a la obra y participar directamente en el proceso del aprendizaje… De hecho, los estudiantes de la Generación Z tienden a prosperar cuando se les da la oportunidad de tener una experiencia educativa totalmente inmersiva e incluso disfrutan de los desafíos de ser parte de ella”.
El acceso ilimitado a la información ha modelado una generación altamente informada, consciente del mundo que la rodea y reflexiva acerca del lugar que cada cual deberá ocupar en dicho mundo. De ordinario, los miembros de la Generación Z procuran diseñar cuidadosamente los peldaños a recorrer en el propio camino profesional: de ahí la importancia nuclear de sus estudios superiores. Impulsados por su carrera, se muestran reacios a simplemente atravesar la universidad a modo de estudiantes pasivos: no desean “conferencistas” como profesores ni tampoco tener que rendir exámenes-memoria, sino esperan un aprendizaje real, activo y comprometido, que los prepare y capacite para el futuro.
En cuanto generación digital –continúa Kozinsky–, “la Generación Z espera que las herramientas de aprendizaje digital estén profundamente integradas en su educación… Además, esperan que estas herramientas de aprendizaje estén disponibles a pedido y con pocas barreras de acceso. Para ellos, el aprendizaje no se limita solo al aula: es algo que puede ocurrir en cualquier momento y lugar”.
Queda claro que la generación Z está liderando el cambio en cómo se llevará a cabo el aprendizaje. Son una fuerza impulsora en la innovación de nuevas herramientas de aprendizaje, estilos de enseñanza y acceso ilimitado a los recursos. Ellos nos están demostrando que los centros educativos habrán de encaminarse hacia un entorno más centrado en el alumno, donde los estudiantes asumirán un rol protagónico y se convertirán en los directores de su propio porvenir. Esta revolución, ciertamente, requiere de herramientas para ser llevada a cabo. Precisa que diseñemos modelos educativos acordes a las complejidades de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, signado por las tecnologías digitales y en constante disrupción.
EL BOOM DEL E-LEARNING
A partir de la revolución digital y el creciente auge de las tecnologías educativas, los maestros han empezado a implementar drásticos cambios en sus modos de instruir y evaluar, e incluso en la misma disposición del espacio físico en las aulas. Todo esto en un plazo sorprendentemente breve. Una de las más importantes propuestas es la conocida bajo el nombre de e-learning, sumamente popular en el ámbito empresarial dadas sus virtudes para mantener permanentemente capacitado al personal, ofreciendo programas interactivos, personalizados y eficaces para el aprendizaje, además de rentables, accesibles y sumamente flexibles.
Los primeros programas de E-Learning fueron diseñados con motivo de distribuir información a los estudiantes. Definitivamente, el auge de Internet destronó rápidamente al correo en cuanto medio de difusión predilecto, permitiendo ofrecer un mayor rango de experiencias educacionales, un intercambio más fluido entre profesor y alumno y un abanico de herramientas de mayor interactividad. Profesionales de diferentes industrias reconocen el valor agregadoque ofrece esta herramienta digital, traducido en aumento de productividad, alza de satisfacción laboral, adquisición de ventajas competitivas y adopción de políticas eco-sostenibles (adiós a montones de separatas, por ejemplo).
Marc J. Rosenberg, autor de E-Learning: Estrategias para impartir conocimiento en la era digital (2000), fue uno de los pioneros en diseñar esta nueva propuesta de enseñanza. Desde entonces, se estima que el mercado de las herramientas de instrucción online ha crecido en un 900%. Por supuesto, el E-Learning ha ido evolucionando a lo largo de los años. La constante incorporación de las nuevas tendencias del mundo digital ha contribuido en el perfeccionamiento del aprendizaje, permitiendo que este sea inmersivo, colaborativo y personalizado. Los niños de hoy, por citar un caso, invierten menos tiempo para acceder a un mayor número de contenidos. Su aumento de motivación para aprender se expresa en una mayor retención y asimilación del conocimiento, logrando así una educación eficaz. Del mismo modo, la introducción de smartboards, smartdesks, tablets y iPads, junto con la incorporación de los recientes avances en Inteligencia Artificial y Realidad Virtual, han contribuido a la renovación total de los espacios de aprendizaje tradicionales, permitiendo crear un nuevo concepto de aula.
Las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades antes impensables, generando renovados modelos de aprendizaje que requieren de una actualización constante. A medida que las instituciones educativas adoptan estas tendencias de transformación digital, crece la conciencia de que necesitamos no solo replantear las herramientas sino los mismos paradigmas actuales, procurando avanzar hacia nuevos enfoques de instrucción digital.
EDUCAR ES ENCENDER UN FUEGO
El éxito del E-Learning denota el esfuerzo de la humanidad por adaptar la enseñanza a las nuevas generaciones. En una época en la que Google, Wikipedia y los tutoriales de YouTube parecen ser suficientes para capacitarnos para la vida, surge, sin embargo, una importante pregunta. ¿Qué significa educar? ¿Consiste, acaso, en la mera adición de una habilidad por aquí y otra herramienta aplicativa por allá, del modo más eficaz posible? ¿Cómo reformular la misma educación desde su raíz, de modo que esta ofrezca aquello que los avances tecnológicos no pueden ni nunca podrán proporcionar al ser humano?
Otto Scharmer, Senior Lecturer del MIT, co-fundador del Presencing Institute y célebre autor de Theory U –obra donde propone un modelo de transformación social basado en la co-creación del futuro emergente–, escribió algunas líneas esclarecedoras en el Huffington Post acerca de cómo reinventar la educación en el siglo XXI:
“Para transformar la educación superior en su estado evolutivo más avanzado se requiere nada menos que una inversión total de su estructura de disciplina tradicional hacia nuevas formas de innovación y aprendizaje. El propósito de la enseñanza no es llenar recipientes. El propósito de la educación del siglo XXI es ayudarnos a desarrollar lo que más importa: la alfabetización vertical –la capacidad para percibir y realizar nuestra posibilidad futura superior frente a la disrupción”.
Para Scharmer, no basta con diseñar nuevas herramientas de aprendizaje: la falta de alfabetización verticales el problema central en la enseñanza hoy. No basta con reaccionar ante las tendencias disruptivas: se trata de generaractivamente un nuevo modelo educacional.“La nueva educación –sostiene el autor– nace cada vez que giramos el haz de la atención colectiva de vuelta hacia nosotros mismos, siempre que cambiamos nuestra atención de ego a eco[del yo al nosotros]”.
Este es el diferencial de la verdadera educación frente a las meras capacitaciones: se trata de formar cinturones negros para escuchar, dialogar, pensar y coordinar acciones –en pocas palabras, aprendices con apertura de mente, corazón y voluntad–. Creemos que una educación auténtica es un arte que integra conjuntamente la adquisición de competencias, la formación en virtudes y la internalización de valores, en un proceso inmersivo, colaborativo y personalizado.
“Educar –decía Plutarco– es encender un fuego”. De ahí la importancia de co-crear ecologías vivas que enciendan y mantengan al rojo vivo el fuego del espíritu creativo humano. Una adecuada integración de las bondades de las tecnologías digitales nos abre posibilidades para acceder a nuestro potencial más elevado, generando ambientes de aprendizaje genuino donde crezcamos como personas y creemos valor para otros. Crear una verdadera cultura de aprendizaje es revolucionar la educación.